En conmemoración del Día del Papá, ¡Link-Belt reúne historias de distribuidores, una construcción de padre a hijo!

En conmemoración del Día del Papá, ¡Link-Belt reúne historias de distribuidores, una construcción de padre a hijo!

Las experiencias muestran negocios y familia son casos de éxito

 

La saga de emprender puede ser comparada a tener un hijo. Además de generar y cuidar, una empresa necesita de inversiones y mayor atención en los primeros años de vida. Tanto celo y dedicación generan, en los fundadores, expectativas de perpetuar la compañía pasándole el bastón a los hijos, como forma de estrechar el lazo entre la historia de la familia y la corporativa.

 

Por otro lado, los hijos crecen con el ejemplo de padres aguerridos, cuidadores y admirables y con referencias profesionales. Sea por opción o necesidad, los hijos pueden continuar el legado de los negocios en familia, de forma efectiva y responsable, velando por lo que ha sido construido por la generación anterior.

 

Considerando la conmemoración del Día del Papá que, en Brasil, ocurre en el segundo domingo de agosto, Link-Belt eligió tres distribuidores padres e hijos, verdaderos casos de éxito en los negocios y en familia.

 

Sueño de infancia                  

            

“La empresa empezó como un sueño para mi papá y hoy, con una base sólida de 56 años de experiencia, es referencia en diversos sectores em todo el país”, cuenta orgullosa la Gerente Financiera de Malvex S.A., distribuidora Link-Belt en el Perú, Anna Malmstrom. “Me enorgullezco, me siento feliz y agradecida por la oportunidad de continuar su trabajo”, señala Anna.

 

La historia de Malvex remonta a 1966. Antes de llegar al Perú, Kjell Malmstrom pasó por diversos países como Inglaterra, Alemania y España, en donde conoció a la madre de Anna y se casaron. En el Perú, él empezó las actividades en el mercado como Gerente General de una multinacional sueca, dedicada al servicio de venta y posventa de equipos para minería.

 

Años Después, la multinacional decidió cerrar sus actividades y Malmstrom adquirió la compañía, incorporando nuevas marcas de equipos y tecnologías de calidad. “Mi papá estaba dispuesto a empezar una nueva vida en el Perú junto con mi mamá. Luego vino mi Hermano y yo nací años después”, añadió Anna.

 

 

Aún niña, ella imaginaba cómo sería trabajar en la empresa de su padre que, por su turno, también deseaba que uno de los hijos continuara con el negocio. Sin embargo, su Hermano no demostró interés en trabajar en la compañía y Anna, que era enamorada por el diseño y quería ser arquitecta, acabó dejando a un lado su sueño. Ella eligió estudiar Administración de Empresas. “Terminé mis estudios e ingresé en Malvex. Con el paso del tiempo, a la medida que conocí a los procesos, me volví adicta y con el paso de los años, empecé a gustar mucho”.

 

La gerente cree que fue una excelente experiencia trabajar con su padre. “Nosotros nos complementábamos bien, ya que él era muy comercial y yo más financiera. Logramos encontrar un buen balance. A lo largo de los años, también me involucré, naturalmente, en el área comercial, en donde sigo enfocada en el crecimiento y desarrollo sustentable de las marcas que representamos”, explicó Anna, que dijo estar segura de haber hecho la elección correcta.

“Habría sido un enorme desperdicio no continuar el trabajo que mi papá logró construir con tanto esfuerzo y dedicación. Él enfrentó y sobrevivió a distintos escenarios en el Perú, con fuertes impactos en el negocio”, evaluó la hija.

 

Sin embargo, con habilidad y perseverancia, Kjell Malmstrom persistió en el propósito de emprender en el sector de equipos pesados. “Él logró el crecimiento sustentable de los negocios basándose en las decisiones correctas, lo que no es una tarea sencilla en un país con tamaña instabilidad. La empresa empezó con solamente 20 empleados, hoy cuenta con más de 130”, concluyó la Gerente de Malvex, que además de ser el distribuidor de Link-Belt en el Perú, es líder en grúas hidráulicas y en equipos para movimiento de cargas en bodegas.

 

Padre, hijo y nieto lado a lado

 

La historia de Pavimaquinas es un poco distinta. El distribuidor Link-Belt en Chapecó y en el Oeste Catarinense, fue fundada en octubre de 1991, con el padre, Armando Goldbeck, y el hijo, Hilário Henrique Goldbeck, trabajando juntos. Los dos ya eran del área de equipos y se unieron para empezar su propio negocio. João Leonello Pavin, que era amigo de Armando, ingresó en la sociedad.

 

Al principio, las actividades eran hechas casi que exclusivamente por los tres socios. João en ventas de máquinas, Hilário enfocado en la venta de servicios y repuestos; mientras que Armando ejecutaba los servicios de mantenimiento internamente.

 

Hoy, Armando tiene 82 años. Debido a la pandemia y para preservar la salud, él decidió por dejar los compromisos de la compañía a cargo del hijo, Hilário, pero aún queda como socio de Pavimaquinas.

 

Mientras tanto, Hilário es socio y director, cuida de la administración de la compañía y del departamento técnico. La historia se repite: El hijo de Hilário, Eduardo, trabaja en el departamento de repuestos. “El clima de la empresa es tranquilo y armónico. Todas las decisiones se toman en el servicio activo”, señaló el director, Hilário Goldbeck, al destacar el apoyo y reconocimiento del padre en su historia.

 

Negocio en familia

 

“Nuestro papá, José Vitor, siempre será el nuestro ejemplo, nuestro orgullo, un héroe que tuvimos la oportunidad de tener en la casa y como jefe”, elogio la Directora Financiera de Trakmaq, distribuidora Link-Belt en la región del Vale do Paraíba y Litoral Norte, Eloá Cazzolato.

 

Su papá empezó los contactos con máquinas a lo rededor de 1972, cuando tenía 19 años, cuando trabajó en la extracción de arena. Años después, ya era empleado de confianza de la compañía y auxilió a crear una sucursal en la ciudad de São José dos Campos, en donde se volvió responsable por toda la región del Vale do Paraíba. “Desde entonces, nuestro papá fue conquistando la confianza de los clientes y ganando al mercado con todo el conocimiento que ya tenía él en las áreas de repuestos y máquinas”, se enorgullece Eloá.

 

Cuando su hermano cumplió 16 años, explicó la directora, él empezó a trabajar con el padre, primeramente cuidando al inventario y después como vendedor. “Los dos siempre trabajaron juntos y para no confundir a los nombres, los clientes llamaban al nuestro papá de Vitor y mi hermano de Junior”, contó la gestora.

 

En 2002, el padre tuvo la oportunidad de empezar su propia empresa junto con su hijo. “Nuestro papá estaba muy receloso, pues siempre había trabajado como empleado, tenía la familia para cuidar y sabía las muchas dificultades de tener una empresa en Brasil. Él pensó en no aceptar, pero Júnior lo incentivó e hizo que creyera que saldría bien. Los dos, padre e hijo, invirtieron todos sus bienes, ahorros, valores de las rescisiones para empezar el negocio. Ellos apostaron, creyeron y empezaron Trakmaq con todo el orgullo y amor”, resumió Eloá.

 

Al principio, el dúo hacia todo en la compañía, desde administrarla hasta visitar clientes en las obras. “No obstante, el sueño, el amor por todo lo que hacían y por la familia siempre sobrepasaron las dificultades. Las cosas se hicieron con mucha labor, dedicación, confianza y gratitud”, dijo la directora que, dos años después, pasó a hacer parte del equipo, cuidando de las tareas administrativas y financieras de la tienda. Los tres hicieron con que Trakmaq fuera posible, con el apoyo de la familia, clientes, amigos y del equipo formado posteriormente.

 

Entonces, en 2009, enfrentaron el más grande dolor y dificultad de la vida familiar y empresarial, cuando repentinamente el padre falleció. La voluntad de desistir fue grande, pero el deseo de llevar adelante el legado fue mayor. Hoy, la empresa tiene 19 años y la nostalgia del padre es inmensa. “Seguimos nos apoyando, enfrentando a las dificultades del mercado, con mucho orgullo y mucha gratitud hacia al mejor de los maestros, en la profesión y en la vida familiar”, señaló Eloá.

 

La responsabilidad es grande, según ella, porque, directa o indirectamente, su familia y las familias de los colaboradores dependen de Trakmaq. “Da miedo de fracasar o arriesgar demasiado, pero tenemos mucho orgullo de nuestra historia, de todo lo que logramos construir con mucho esfuerzo, que todos los miedos se superan para que continúe el sueño de Trakmaq continúe”, concluyó la gestora, que mantiene viva la memoria de su papá.